Se manifiesta en establecer relaciones interpersonales auténticas y directas: decimos lo que creemos y demostramos que creemos lo que decimos; honestas: fruto de la unidad entre pensamiento y corazón, carácter y acción; respetuosas de la dignidad y libertad de las personas: siendo humildes en el trato con los demás, sin esperar ser reconocidos por encima de otros, y buscando el bien común.

Pertenencia a una familia de la cual emana el amor, la ayuda mutua, la alegría y la acogida al pluralismo y a la diversidad, aceptando a todos como diferentes y complementarios.

Disposición y espíritu cooperativo en la realización del trabajo, desarrollando talentos y colocándolos al servicio del bien común. Por medio del trabajo se cumple la misión y se participa de la obra de la creación, colocando al sujeto como protagonista en la construcción de una sociedad más justa y fraterna.

Es la fuerza motora que le da sentido y armonía a nuestra vida. Ilumina la comprensión del mundo y orienta a la persona en su relación con Dios, consigo misma, con las personas y con la naturaleza.

Somos sensibles a las necesidades de las personas, especialmente de los excluidos. Compartimos nuestros dones personales y los bienes materiales en la promoción de la paz, la justicia y la vida, como señal de esperanza en el mundo.

Somos emprendedores, atentos a las señales de los tiempos, tomando decisiones inéditas y valientes en el enfrentamiento de lo nuevo, en la explotación de nuevas posibilidades y en la promoción de los cambios.

Reconocemos con sensibilidad las situaciones que otros viven y buscamos ser compañeros de camino en las dificultades y retos que se van presentando en la vida diaria. Somos corresponsables con los demás porque nos reconocemos como hermanos.

Nos comprometemos a subsistir, sin dañar a la naturaleza, garantizando la existencia de los recursos naturales para las generaciones venideras. Cuestionamos nuestro estilo de vida, realizando ajustes para mejorar la situación existente.